A diferencia de los países europeos donde la ancianidad tiene más consideración y seguridad, en América Latina aún somos incapaces de crear sistemas o modelos de previsión social para personas de la tercera edad. No basta asignar un salario por jubilación, sino se deben crear nuevas formas de desempeño, sosiego, atenciones y de actividades propias que necesitan los adultos mayores en el ocaso de sus días.
Nosotros proponemos que en todos los pueblos y con el apoyo de los gobiernos locales y nacionales se deben crear COMUNIDADES DE CONVIVENCIA PARA ANCIANOS, debidamente equipadas y con los medios apropiados, y que además sean lugares que faciliten el ingreso y cooperación de voluntarios niños y jóvenes. Las personas mayores no pueden vivir aislados ni abandonados, tal como ocurre hoy en día.
Estamos a tiempo de reaccionar y proponer alternativas que ofrezcan respuestas y soluciones para que nuestros viejitos puedan sobrellevar el natural declive de la vida orgánica. Si no hacemos nada o no nos preparamos para admitir la vejez, creo que seremos cómplices de un deshumanismo incivilizado, tal como lo vemos en las calles de nuestras ciudades.
Hoy, compartimos esta reflexión porque somos una familia que cree en el poder del pensamiento, de la creatividad y de la sensibilidad humana. Recuerden que casi el 20 % de la población global está integrado por personas mayores de 70 años.