Los seres humanos tenemos la inclinación por realizar acciones imprevistas o abruptas para producir una reacción recreativa usando el lenguaje del movimiento corporal y ésa expresión corporal súbita es respuesta casi instintiva ante un motivo, forma o espacio. Los instintos humanos por la improvisación siempre están latentes, pues en la mayoría de casos se trata de actos benévolos que no causa daño a nadie, más que producir un momento de jocosidad o irreverencia.
Muchas obras de arte, principalmente las expuestas en espacios públicos como las esculturas o los monumentos urbanos, por la alegoría y el mensaje que transmiten, aveces causan una serie de intervenciones directas entre los observadores que asumen posturas recreativas, tal como lo veremos en las ilustraciones de estea comentario.
Las travesuras o ocurrencias humanas siempre deben ser benévolas y fugaces, y nunca causar daño alguno, principalmente a los bienes públicos, por respeto a los creadores o autores de las obras. Debemos mejorar nuestra cultura por la valoración de las manifestaciones humanas artísticas y no perder el autocontrol ni el espíritu por las bromas o el buen humor, pero siempre guardando las normas y reglas que existen.